domingo, 27 de marzo de 2011

Tus ojos



Prefacio


Todo se había vuelto nebuloso y un sopor ineludible inundaba mis sentidos. Ya no tenía fuerzas ni ánimos para continuar en esta lucha. Todo se había ido junto con él. Mi alma rota y olvidada clama por sentirle nuevamente a su lado, por percibir su olor, su respiración sobre mi piel; por ver sus ojos de topacio rebosantes de amor y comprensión.

¿Por qué se me permitió seguir existiendo si él ya no iba a estar a mi lado? ¿Por qué, Dios mío, se me obliga a sufrir este predicamento? Debería estar muerta. Deseo morir para seguirlo, para amarlo incluso en la muerte fría y lóbrega.

No puedo soportar la soledad que inunda mi pecho. El dolor que me aleja de los que amo. La ira que siento al verme impotente, al sentirme sola.

Él no tendría que haberse marchado.

Yo… yo no puedo seguirlo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario