domingo, 27 de marzo de 2011

Alma Mía VII







Cáp. 7: La Verdad





Estaba sentado en el sofá de la sala con la cabeza apoyada contra los cómodos cojines de este. Estaba solo en la casa exceptuando que Esme se encontraba en su gigantesco invernadero de cristal cuidando de sus adoradas plantas.

Me sentía confuso y feliz mientras recordaba lo que me había dicho Bella pasado el mediodía.

“Te quiero” eso fue lo que dijo… Ella dijo que me quería…

Sin embargo, yo no sabía que hacer con ese conocimiento. Aún sentía como su mirada viajaba lejos y estaba seguro de que sus pensamientos siempre se desviaban hacia su Edward. Muchos de los momentos en los que ha estado conmigo ella se mantiene ausente, pensando en las musarañas según decía Emmett, y yo la contemplada intentando apaciguar el dolor y la curiosidad.

Esta vez había sido considerablemente difícil pelear contra aquella parte de mi mente que me decía que había imaginado las palabras de Bella.

─Yo te quiero…─había dicho─ no sabes cuanto ─agregó con un suspiro─.

Me estremecí de dicha mientras asimilaba la devastadora fuerza con la que me golpeo la sensación de victoria por ganar su afecto. Pero no tuve suficiente tiempo para disfrutar de ello ya que el móvil de Bella había comenzado a sonar y había tenido que marcharse.

Cuando estaba por cruzar la puerta se había girado hacia mí y pensé que se quedaría pero ella me dedicó una mirada dulce mientras decía suavemente “Edward, eres importante para nosotros, pero, más aún, eres indispensable para mí… no seas imprudente”.

Su voz sonó como una caricia de viento fresco y perfumado e, inexplicablemente, tuve deseos de llorar. Me sentía débil ante ella y eso comenzaba a molestarme. Bella había mostrado más de su alma que yo y me había dicho primero que me quería, me había secuestrado para protegerme y me quería junto a ella mientras yo simplemente asentía y me quedaba con lo poco que ella decía respecto a los motivos por los que estamos en esta situación.

Me descolocaba cada vez que me decía algo sobre sus emociones hacia mí, empujando mi curiosidad natural hacia atrás dando cabida solo a este amor que siento por ella en cada parte de mi ser.

Comenzaba a creer que lo hacía a propósito y el temor a que solo lo hiciera para mantenerme aquí comenzaba a echar raíces en mi psique.

Además estaba el hecho de que se reunieran en el bosque. A simple vista no lucían como la típica familia que pasa sus días en el campo. Ellos son sofisticados y finos del tipo que se aprecian en las antiguas pinturas barrocas no del tipo aventurero.

Ella era como un ángel pero, comenzaba a descubrir que poseía un secreto, algo oscuro y aterrador, un secreto que compartía con su familia, que los hacía iguales más allá del evidente parecido físico. Que creaba un lazo invisible más fuerte que el simple afecto y la tolerancia. Eran cómplices y amigos, eran aliados ante algo, mas bien, alguien que intentaba destruirlos, separarlos…

Podía leer claramente su determinación cada vez que estaban juntos. No titubeaban.
Sentía que ellos enfrentarían a la muerte por los otros y, aunque sea tonto, sentía que yo también daría mi vida por ellos.

Caminé por el pasillo hacia el patio trasero. Justo frente a la puerta se encontraba un delicado camino de adoquines serpenteando entre el césped cubierto de pensamientos de un fuerte color morado y azul. Al fondo pude apreciar un inmenso invernadero de cristal, en su interior estaba Esme revoloteando entre las hileras de plantas de colores.

Avancé hasta ella con la esperanza de poder retomar la conversación inconclusa del día anterior. Por algún motivo deseaba que no se hubiera arrepentido. Tenía una sensación extraña sobre lo que ella iba a decirme, de alguna forma sabía que era de vital importancia pero no sabía como traer el tema a colación.

Entré al invernadero donde el aroma de las flores y hierbas me aturdió por unos momentos. Las observé detenidamente notando las hermosas rosas de vivo color rojo que iniciaban el grupo de flores mezcladas con hierba buena. En el centro habían numerosas orquídeas de un tono rosado pálido y detrás de ellos una mujer de cabellos acaramelados sonriéndome afectuosamente.

─¿Necesitas algo, cariño?

─No, solo…

─No te preocupes ─me confortó─. Siéntate y ponte cómodo.

Obedecí rápidamente intentando y fallando vergonzosamente de esconder mi nerviosismo. Ella me miró y en su rostro redondo se formó una suave sonrisa de comprensión. Me pregunté como podía leerme con tanta facilidad.

─Sé que tienes preguntas, Edward. Pero me pregunto si es a mí a quién debes hacerlas.

─Sé que es así ─dije convencido─. Es con usted con la única que puedo hablar.

─Entonces hablemos ─concedió─.

Camino alrededor del montículo donde amapolas coloradas se erguían con dificultad y se volteó hacia un grupo de fresias y lavanda cortando una de cada una en el proceso. Luego camino hacia mí sentándose a mi lado en la banca de concreto.

Parecía no estar afectada por el calor sofocante y el intenso aroma de las plantas a diferencia de mí que comenzaba a sudar. Me entrego ambas flores y su olor combinado hizo tartamudear a mi corazón.

Ella se rió y yo enrojecí.

─Ella ─murmuré─, ella es muy especial…

─¿Eso crees?

─¿Usted no?

─Lo que importa ahora es lo que tú piensas y, sobretodo, lo que sientes…

─Yo…

─Tú la amas ─no era una pregunta─.

Suspiré abatido y asentí incapaz de hablar.

─Es por eso que estoy aquí.

─No sabes cuanta verdad hay en eso.

─¿Por qué?

─Ella te convenció de inmediato ─mintió─.

Incluso sin estar viéndola sabía que estaba mintiendo. Ni yo mismo entendía cómo, pero casi podía oír el murmullo de su conciencia. Agité la cabeza mientras jalaba de las mangas de mi camisa.

─Hábleme de su familia.

─No ─dijo en tono firme, la miré sorprendido─. Tú deseo es saber sobre Bella.

Le sonreí.

─Bueno ─dudó como si no supiera cuál fuera la mejor forma de empezar─. Bella es una
chica extraña con un alma antigua.

Me reí. No había descripción más acertada.

─Ella ama la música ─apunté recordando nuestra tarde al piano─.

─Ahora, sí ─afirmó, sus ojos se entrecerraron con sospecha─. Supongo que Emmett estuvo hablando de más…

─Él me habló sobre Edward.

Murmuró un “lo sabía” y alzó la cabeza mirando detenidamente hacia ninguna parte, como enfocándose en recuerdos lejanos.

─Desde que eso pasó, Bella ya no escuchó más música porque esta se lo recordaba. No es que ella quisiera olvidarlo ─aclaró─, es sólo que, para nosotros, la perdida de nuestro compañero significa nuestra misma muerte.

─¿Cómo? ─desconfié de la manera en que dijo nosotros, como si fuera una excepción importante.

─Dime, Edward. ¿Por qué estás aquí? Estás aquí por Bella. Porque no logras imaginar un mundo sin ella, ¿Verdad?

─No entiendo.

─Edward cuando nosotros amamos, entregamos todo, nuestro corazón y alma existen solo porque esa persona existe. Estar lejos de ella te hace sentir incompleto. Ansías su presencia. Envidias a aquellos que roban su tiempo. Anhelas que vuelva a ti, que tome lo que desee de ti con tal de que sea feliz.

Asentí sin mirarla. Tenía un nudo en la garganta y tenía miedo.

Hasta ahora solo era conciente de la mitad de las emociones que había estado experimentando. Me sentí cohibido ante mi inexperiencia y me pregunté como sería capáz de mantener raya todo eso.

─¿Él…él la amaba?

Sus ojos brillaron mientras acariciaba un brote de lilas a un costado de la banca.

─No sé si la palabra “amor” defina lo que él sentía ─fruncí el ceño─. Escucha, Edward. Nosotros sentimos todo lo que antes te dije por nuestros compañeros pero, Edward y Bella, ellos se adoraban. Me atrevería a decir que Bella sigue viva solo por nosotros.

Me sorprendió esta última confesión. ¿Acaso ella había deseado morir junto a él?

El dolor familiar se agudizó en mi pecho. Ella lo había amado tanto… Mis esperanzas disminuían a pasos agigantados.

─No te desanimes hijo ─acarició mi mano con sus dedos fríos─. Las cosas saldrán bien. Te lo prometo.

Le sonreí y al verla a los ojos noté que se había quedado inmóvil.

─¿Sucede algo?

─Nada. Solo… no te muevas de aquí, Edward. Por favor…

─Claro.

Salió velozmente cerrando el invernadero tras ella.

Me quedé pensando en el amor que Bella sentía por él. Cuando hablaba conmigo no parecía tan rota…

Oí un golpe sordo y casi al instante Bella abrió la puerta, corrió hasta mí y me
abrazó tomándome desprevenido.

Me había puesto de pie por la impresión pero Bella se mantenía firmemente agarrada de mi cuello.

─¡Oh, por Dios! ─murmuraba─ ¡Creí que te perdería!

─¿Perderme?

Me hice el desentendido ante el temblor de mi cuerpo y el latido errático de mi corazón. Pero no pude pasar por alto la calidez que abrazaba mi alma de la misma forma en que los brazos de Bella rodeaban mi cuerpo. Suaves, dulces y firmes.

Se apartó un poco de mí para mirarme directamente a los ojos. Sus labios se entreabrieron y dejaron salir su aliento dulce. Por un instante me dejé engatusar solo para disfrutar de ese momento pero luego la miré severamente frunciendo los labios.

─No vas a distraerme con eso, Bella ─le advertí, ella soltó una carcajada algo histérica─

─Prometo que te explicaré pero… ahora tengo que presentarte a alguien.

─Esta bien ─le sonreí─.

Ella me liberó de su agarre y se situó a mi lado tomando mi mano y entrelazando nuestros dedos. La miré con una ceja alzada y ella me sonrió con sus ojos de miel brillantez y calidos observándome fijamente. Luego volteo hacia la puerta y se apego mas a mí, apoyando su cuerpo contra mi costado.

Intenté respirar y apaciguar mis latidos pero, la felicidad y el asombro no me lo permitían. Mi corazón tenía plena conciencia de que ella estaba justo a mi lado, tomada de mi mano con su cabeza apoyada sobre mi pecho.

La puerta se abrió lentamente permitiendo el paso a aquel hombre nativo gigantesco.

Me tensé al ver al tal Jacob cruzar el umbral con una sonrisa pegado al rostro.

Justo tras él venía una joven alta de cabellos cobrizos y ojos marrón, su piel era blanca pero no tanto como la de Bella y sus mejillas estaban levemente coloreadas de rosa. Debía tener unos 20 años al menos.

Al cruzar su mirada con la mía jadeo audiblemente y cubrió su rostro como si fuera a romper a llorar. Parpadee confuso mientras veía como Jacob rodeaba su cuerpo con un abrazo reconfortante.

Al ver la mirada que el chucho le dedicó a la joven me relajé al instante. Ella era su compañera. Al menos podía estar tranquilo con respecto a eso.

─Edward ─dijo Bella suavemente─. Ella es Renesmee.

La joven compañera de Jacob increíblemente se libró de su agarre con una facilidad que creí imposible y corrió hacia mí. La imagen se desdibujó frente a mis ojos reapareciendo justo frente a mí en el tiempo que me tomó enfocar la vista. Luego solo fui conciente de sus brazos rodeando mi torso y de sus lagrimas mojando mi camisa.

Mire a Bella en busca de una explicación pero ella parecía absorta viendo a la joven que abrazaba. Sentí un ápice de desilusión al ver que esto no le afectaba.

Inconcientemente esperaba que se molestara y reclamara pero se mantuvo en silencio observándonos.

Debo de haber perdido la facultad de pensar en el momento en que Renesmee me llamó “papá” porque una imagen demasiado nítida de mí con una pequeña niña de facciones delicadas y cabello largo con bucles castaño-dorados llenó mi cabeza y mi corazón.

Jadee y vi a Bella tensarse frente a mí. Le dio una mirada significativa a Jacob y este se acercó a paso decidido.

─Nessie ─la llamó suavemente─, ven. Sabes que la barbie querrá verte apenas se entere de que estás aquí.

Nessie asintió sin mirarlo. Alzó la cabeza y me sonrió.

“Este será nuestro secreto” escuché que dijo una voz suave dentro de mi cabeza muy similar a la voz de Alice. “Vendré pronto, lo prometo”.

Le sonreí a Renesmee mientras ella se despedía agitando la mano.

Me quedé mirando la puerta por unos momentos pensando en lo que había pasado. Sin duda la voz en mi cabeza era la de Nessie. No sabía cómo lo había echo pero a estas alturas no me sorprendería nada que provenga de esta familia. Luego recordé como aquella joven me había llamado papá lo que era totalmente ridículo. A leguas se notaba que era mayor que yo. Pero no sentía que ella me estuviera mintiendo, creía que a fin de cuentas, ella era la única que estaba siendo realmente sincera conmigo.

─¿En qué piensas?

La voz de Bella me sobresaltó. Estaba parada frente mí mirándome detenidamente como si estuviera estudiando mi reacción.

─En Nessie ─respondí con sinceridad y vi como su sonrisa se ampliaba─.

─Es hermosa, ¿Verdad? Se parece a su padre.

─Bueno. Eso no podría asegurarlo. No conozco a su padre.

Bella se rió con fuerza mientras tomaba mi mano. Comenzaba a acostumbrarme a esa acción.

Poco a poco el camino hacia su alma se volvía más nítido al punto de que podía verla en sus ojos con la misma facilidad con la que veía el leve color ónice de su iris.

Estaba tranquilo y esperanzado. Sentía que solo era cuestión de tiempo para que ella fuera sincera conmigo y creía firmemente de que en menos tiempo que el que me tomará que ella me diga la verdad Nessie vendría a mí y la sabría de todas formas.

Salí del invernadero jalando a Bella que seguía riéndose como loca. Lo que sea que la haya echo feliz me hacia feliz a mí también.

─¡Edward!

Me giré en dirección a la voz y pude ver a un muchacho moreno y corpulento, de piel rojiza y cabello corto corriendo hacia mí.

─Calma, Seth ─lo reprendió Bella─.

─¿Seth? ─pregunté─.

─Si ─sonrió ampliamente─. Estábamos esperándote.

─¿A si?─Inquirió Bella─

─Si. Ven con los hombres a dar un paseo.

Bella abrió los ojos sorprendida y comenzó a buscar a alguien con la mirada. Sus ojos se trabaron con los de Carlisle y, aunque no dijeron nada, me pareció que estaban conversando. Bella se relajó a mi lado y me sonrió con sorna.

─Ten cuidado, Edward ─se burló y bailó hasta donde estaba Rosalie mirando ceñuda a

Emmett que tenía una sonrisa maliciosa en los labios.

─¡Vamos, Eddy! ─rió Emmett, le gruñí─.

Me miró sorprendido antes de carcajearse. Para mi sorpresa, yo también me reí.

Caminé hasta él y salimos de la casa.

Fuera estaban aparcados varios coches, uno al lado del otro. El cielo estaba nublado y parecía que pronto comenzaría a llover pero, ello no parecía disminuir la emoción de los otros por este paseo.

Me preguntaba que era lo que tenían en mente pero algo me decía que lo mejor era guardar mi curiosidad para otro momento.

Seguí a Emmett hasta el Jeep gigantesco que encabezaba la larga fila junto a la acera.

─Arriba, hermano.

Me subí con cierta dificultad y me ajuste el arnés de seguridad mientras Emmett subía y encendía el auto.

─¿No vas a ponerte el cinturón?

Solo se rió.

Si creí que la tarde-noche en la que me había ido a dejar a mi casa había conducido rápido ahora veía que no era así.

Los árboles, las casas y animales se desdibujaban por la velocidad en la que el jeep las dejaba atrás. El viento se colaba por una de las ventanas traseras que permanecía abierta como un huracán. Olía a humedad y aire fresco. El mismo olor que poseía Forks la mayor parte del tiempo.

Vi por el espejo retrovisor y noté que otros tres coches similares nos seguían a la misma velocidad. Imaginándome como se sentirían si la velocidad les causará lo mismo que a mí.

Tendría que haber estado asustado. Cualquier persona normal lo estaría, pero yo solo sentía la adrenalina correr por mis venas acelerando mi pulso, provocándome una sonora carcajada de júbilo. Amaba la velocidad y esta, sin duda, iba a ser la carrera más rápida que iba a presenciar.

Sentí más que vi cuando nos detuvimos frente a una senda al final de la carretera. Emmett salió de un saltó con una sonrisa gigantesca en su rostro amedrentador. Lo seguí al tiempo de ver como Nessie descendía de uno de los otros autos.

Me removí inquieto y repentinamente ansioso. Esta podía ser mi oportunidad.

─Amor ─dijo Jacob a Renesmee─. Guía a Edward mientras nosotros nos adelantamos.

Nessie asintió con una sonrisa mientras veía a los demás desaparecer en el boque.

─¿A dónde van? ─pregunté extrañado─.

─¿Te gusta el béisbol?

Sonreí.

─Lo sabía.

Caminamos en silencio por una senda casi invisible que atravesaba el espeso follaje y las hileras de árboles de cuyas hojas caían solitarias gotas de agua. De seguro allá arriba había empezado a llover.

─Papá, te he extrañado tanto.

El suave susurró de Renesmee me sacó de mis cavilaciones. Me detuve. Ella me miró a los ojos llorando nuevamente.

─¿Por qué me llamas “papá”?

─Porque lo eres.

─Eso es imposible. ¡Eres mayor que yo!

Mi voz comenzaba a elevarse mientras leía la sinceridad en sus ojos. Esto era tan irreal. Ella estaba aquí parada en medio del bosque, usando un chal semejante a una capa de color negro, con su piel más pálida que en el invernadero y su porte grácil y elegante idéntico al de Bella. Mirándome ahora fríamente con sus ojos cambiado y su piel brillando ante los suaves rayos de sol que se colaban por entre las nubes y los árboles. Su iris ahora eran negras y amenazantes, de pronto parecía que su pequeña figura pertenecía a una criatura y no a una persona.

Temblé mientras una palabra intentaba filtrarse por entre mis recuerdos. Retrocedí ante ella.

Nessie avanzó hasta mí elevando su labio inferior mostrándome sus dientes.

El aire se atoró en la garganta. Caí sobre unos helechos mientras peleaba con mi
boca para que articulara alguna palabra.

─¡Dilo! ─me ordenó─.

Comencé a hiperventilar cuando la palabra se hizo clara en mi cabeza. Era imposible.

─¡Dilo, papá, dilo ahora!

─Vampiro.

Tus ojos



Prefacio


Todo se había vuelto nebuloso y un sopor ineludible inundaba mis sentidos. Ya no tenía fuerzas ni ánimos para continuar en esta lucha. Todo se había ido junto con él. Mi alma rota y olvidada clama por sentirle nuevamente a su lado, por percibir su olor, su respiración sobre mi piel; por ver sus ojos de topacio rebosantes de amor y comprensión.

¿Por qué se me permitió seguir existiendo si él ya no iba a estar a mi lado? ¿Por qué, Dios mío, se me obliga a sufrir este predicamento? Debería estar muerta. Deseo morir para seguirlo, para amarlo incluso en la muerte fría y lóbrega.

No puedo soportar la soledad que inunda mi pecho. El dolor que me aleja de los que amo. La ira que siento al verme impotente, al sentirme sola.

Él no tendría que haberse marchado.

Yo… yo no puedo seguirlo...

jueves, 24 de marzo de 2011

Alma Mía


Hola niñas!!! como saben ff no me permitio seguir subiendo mis historias =(
pero... como yo soy de las que nunca se dan por vencidas he comenzado aqui de nuevo ^^
zaluiito00sss


Prefacio

Oscuridad que me cobijas bajo tus mantas únicas y calmadas, no existe motivo para buscar en ti su mirada, sin embargo, me veo solo e incapaz de abandonar mí cometido como si nada. En el fondo de mi pecho se que si me doy por vencido perderé aquello por lo que respiro.
Me rio y te ríes de mi lo doy por seguro, sobre todo por que no se que espero de ti ni de la vida, ¡pero he soñado tantas veces con sus ojos que simplemente no puedo dejar de buscarla! Pero, ¿Y si ella no existiese? ¿Y si sus ojos amorosos no son más que una invención de mi alma triste y solitaria?
Suspiré. Esta noche de mi vida sería considerablemente larga…