sábado, 2 de abril de 2011

Alma Mía VIII

Cáp. 8: Recuerdos.



─Vampiro ─repetí sin poder creerlo─.

Nessie asintió mientras sonreía. Sus ojos habían vuelto a ser marrón. Toda su postura había vuelto a la normalidad pero, sus dientes blancos parecían mucho más atemorizantes que momentos atrás.

Su ceño se frunció mientras me estudiaba.

─Estas temblando ─apuntó─.

Podía verme temblando yo también. Me convulsionaba intentando huir de lo que se me había dicho pero no poseía la fuerza para ponerme de pie.

Mis propios pensamientos se repetían una y otra vez: “Ella era como un ángel pero, comenzaba a descubrir que poseía un secreto, algo oscuro y aterrador…”

En ese momento no pude imaginar cuan aterradora podría llegar a ser la verdad.

¿Cuánto pánico es capaz de manejar un hombre? Estoy seguro que no lo suficiente. Mi cuerpo comenzaba a revelarse ante mí. Ya no solo temblaba, ahora estaba sudando y haciendo un esfuerzo sobrehumano para respirar.

Alcé la cabeza sintiendo los primeros síntomas del desfallecimiento mientras escuchaba el tronar de mi pulso en mis oídos. Nessie me observaba relajadamente preocupada. Sus ojos brillaban expectantes esperando mi reacción pero yo no podía hacerlo. En mi aturdimiento podía darme cuenta claramente que estaba en estado de shock. Mi cuerpo se desplomó sobre los mullidos helechos mientras el mareo producía un horrible sentimiento vertiginoso en mi estomago.

Comenzaba a ver borroso. El aire llegaba cada vez con más dificultad a mis pulmones. Podía percibir la humedad del suelo, su olor… luego todo se volvió negro.

Supe que estaba en la habitación de Bella en el instante en que voltee a ver por la ventana. Era la habitación que daba al lago en la mansión blanca. Supe también que estaba soñando porque, a pesar de ser de noche y estar lloviendo con una fuerza ensordecedora, podía ver claramente hacia el exterior. Cada árbol, cada animal… todo era completamente visible a mis ojos. Además, podía oír los latidos desbocados de un corazón que no era el mío pero que se sentía como si fuera la fuente donde surge el motivo para que yo exista.

Me voltee hacia la cama dorada en medio del cuarto. Sobre ella estaba una joven de piel blanca, cabello abundante color marrón y un par de enormes ojos chocolate… los ojos de mis antiguos sueños. Ahora ella tenía rostro.

— ¿Y bien? —refunfuñó—. Enséñamelo.
Me reí nerviosamente mientras me subía a la cama junto a ella. Su corazón latía peligrosamente rápido.

—Es un objeto usado —le dije en tono serio─.
Aparté su muñeca izquierda de la pierna que mantenía rodeada con ella y acaricié la pulsera de plata que la rodeaba por un instante. Poseía una figura tallada en madera similar a un lobo. Por algún motivo esto me enfureció pero archive ese sentimiento mientras a una velocidad imposible prendaba de él el objeto que ansiosamente guardaba en mi bolsillo. Después volví a poner el brazo donde lo tenía.

Ella lo observó con atención mientras contenía el aliento.
Sabía que ella extrañamente odiaba los regalos por lo que los nervios aumentaron
dolorosamente comenzando a tornarse en pánico.

—Era de mi madre —me encogí de hombros intentando bajarle el perfil—. Heredé de ella un puñado de baratijas como ésta. Ya les he regalado unas cuantas a Esme y a Alice, así que, como ves, no tiene tanta importancia.

Ella me sonrió débilmente.

No le había gustado. Ahora si estaba en pánico.

—Aun así ─proseguí─, se me ha ocurrido que podría ser un buen símbolo. Duro y frío —reí—. Y a la luz del sol se ve el arco iris.

—Olvidas que se te parece en algo mucho más importante —murmuró interrumpiéndome—. Es precioso.

El alivio recorrió mi cuerpo como un flujo de brisa fresca.

—Mi corazón es igual de silencioso que éste —dije sin entenderme—. Y también es tuyo.

—Gracias. Por los dos.

─¡¿Se puede saber qué le hiciste, chucho imbécil?!
La voz furiosa de Rose retumbó en mi cabeza despejando todo rastro del sueño que acababa de tener. Sin embargo me sentía incapaz de abrir los ojos. Mi cuerpo estaba totalmente entumecido e inmóvil aun así, no tuve tiempo de entrar en pánico antes de volver a sumirme en la oscuridad.

Esta vez me supe en otro sueño cuando sentí como me mecía en una silla en el rincón de una pequeña habitación. Frente a mí estaba la misma joven del sueño anterior pero visiblemente más cansada. Tenía ojeras y los labios secos.
Por algún motivo estaba molesto con ella. Tenía la mandíbula fuertemente apretada intentando apaciguar todas las emociones que bullían en mi interior.
—Menudas ganas tienes de condenarte eternamente... ─mascullé─.
—Sabes que en realidad no crees lo que dices.
— ¿Ah, no? —bufé.
—No.
La fulminé con la mirada y empecé a hablar, pero me interrumpió.
—Si de verdad hubieras creído que habías perdido el alma, entonces, cuando te encontré en Volterra, hubieras comprendido de inmediato lo que sucedía, en vez de pensar que habíamos muerto juntos. Pero no fue así... Dijiste: «Asombroso. Carlisle tenía razón» —una sonrisa de suficiencia cruzó su rostro─.Después de todo, sigues teniendo la esperanza.
Me quedé callado sin saber que decir. No podía creer lo maravillosa que ella podía llegar a ser.
—De modo que los dos vamos a ser optimistas, ¿vale? —sugirió—. No es importante. No necesito el cielo si tú no puedes ir a él.
Me levante despacio frunciendo los labios, llenándome de ese amor que nacía desde el fondo de mi pecho hacia ella. Tomé su rostro entre mis manos para poder mirarla fijamente.
—Para siempre —prometí─.
—No te pido más —respondió mientras se ponía de puntitas y besaba suavemente mis labios─.

─Emmett solo lo llevó a una carrera con los quileutes, Rosalie. No es para tanto. Has estado toda la tarde refunfuñando sobre lo mismo.

─Pero, Alice. Esa estúpida idea ha tenido a Edward toda la tarde inconciente.

─Tranquilça hermana. Despertará en un momento.

─Estas segura, mamá.

─Completamente.

─Bella, ¿Qué significa un momento para ti?

─Lo mismo que para ti, Emmett.

─Si fuera así, ya tendría los ojos abiertos.

─Que no tenga los ojos abiertos no significa que no esté despierto.

─¿Quieres decir que nos esta escuchando?

─Es probable….

Un silencio conmovedor inundó el lugar. Solo podía oír la dulce respiración de Bella. Sabía que era ella por ese olor maravilloso que entorpecía me raciocinio y aceleraba mi corazón.

Escuche una risita seguida de un golpe sordo y luego a Emmett refunfuñando sobre el maltrato intrafamiliar. Quise reírme pero mi cuerpo no respondió. Carlisle lo hizo por mí. A estas alturas ya me había habituado a sus voces al punto de ser inconfundibles para mí. Su carcajada fue coreada por otras más delicadas. Era un sonido armónico y hermoso.

Mis parpados al fin respondieron cuando el recuerdo de la joven Renesmee se coló por mi memoria. De aquella criatura imposiblemente hermosa y aparentemente letal.

Un cazador… un ángel severo esculpido en duro mármol… y… Bebe sangre… La sangre es poder…

Recordaba haber leído eso en algún libro hace tiempo… esa memoria trajo consigo otras de forma violenta: Ambos eran criaturas de la oscuridad, pero existía una dignidad, una pureza casi en él…

Un vampiro.

Al fin abrí los ojos… Tenía los ojos abiertos por primera vez desde que los conocí. Comenzaba a sentir un creciente pánico, mi pulso se había acelerado y tenía un nudo en la garganta que me impedía gritar que era lo que quería hacer en ese momento pero, entonces, el rostro preocupado de Bella inundó mis ojos y todo lo que pude ver fue a ella. Su belleza irreal, su voz suave, el amor en sus ojos de topacio y ónice, el chocolate profundo de su cabello… y todo se desvaneció.

Todo el miedo que pude llegar a sentir momentos atrás se había evaporado junto con mi resolución de escapar. Si ese mundo oscuro era el responsable de que ella exista entonces yo también podía abrazarlo. Podía seguirlo para estar con ella.

El que bebiera sangre no disminuía ni un ápice mis sentimientos por ella, seguía
amándola con la misma intensidad de esta mañana si no es que más.

Ahora entendía toda la elegancia y sensualidad que se desprenden de su ser perfecto. Entendía el por qué de su deseo de marcharse, de alejarse de mí. También entendía porque me había traído con ella a este lugar. Entendí cada uno de sus gestos, sus expresiones mortificadas, todo el dolor que se colaba en su voz cada vez que me
hablaba de sus sentimientos.

Entendí algo más mientras la miraba a los ojos: su Edward había muerto hace tiempo. Hace tanto tiempo que toda su alma esta rota y tenía miedo, y estaba sola.

Y pude verla realmente maravillándome con su presencia, con el calor de su mirada y su expresión de preocupación… por mí. Entonces lo entendí. Toda ella estaba echa para que no pudiera pasar desapercibida por mis ojos. Porque yo estaba destinado a estar con ella, porque ella estaba destinada a estar conmigo.

Me di cuenta de que había estado demasiado tiempo quieto cuando su ceño se frunció y me miró alzando una ceja.

─¿Estás bien, Edward?

Un escalofrío me recorrió cuando la oí pronunciar mi nombre. Se sintió como una caricia de suave seda a mi corazón.

─Estoy bien, Bella ─dije mientras me incorporaba en la cama─, solo recuérdame no volver a salir con Emmett.

El aludido explotó en carcajadas mientras le decía a Rose que no había pasado nada grave. Esta lo miro envenenadamente y luego negó con la cabeza.

─Qué bien que hayas despertado, hermano.

─Gracias, Rose.

─Ahora que Edward ha despertado podemos irnos ─apuntó Jasper que parecía incomodo─.
Lo miré y me sonrió burlonamente como diciendo “Se lo qué estas pensando y lo que sientes, a mí no puedes engañarme”. Sin darme cuenta asentí con la cabeza y él me sonrió en acuerdo.

─Esto me trae tantos recuerdos ─cantó Alice mientras rodeaba a Jasper con sus pequeños bracitos─.

Él la miró reprobatoriamente pero la expresión de Alice, esa que te dice “soy inocente aunque hayan pruebas de lo contrario”, destruyó cualquier rastro de enojo por parte del hombre frente a ella.

Él le sonrió cálidamente y le devolvió el abrazo de manera firme.

Al desviar la mirada observe la expresión de dolorosa resignación en el rostro de
Bella y tuve deseos de abrazarla también.

─Mamá y yo nos quedaremos ─dijo Nessie de pronto, no había notado que estaba ahí─. ¿Cierto?

Bella se puso rígida a mi lado.

─¿Cierto, mamá? ─insistió mirando fijamente a Bella─.

Esa niña debió haber sido una mimada en su infancia. Se notaba que hacía lo que quería.

─Si ─respondió Bella en un susurró mirándola iracunda, noté como Nessie se estremecía─. Hablaremos de esta actitud luego, señorita ─le ladró en un susurro bajo─.

Renesmee sonrió pagada de sí misma.

─Nessie ─le advertí─.

Ella se quedó rígida viéndome con lo ojos abiertos como platos mientras se cristalizaban e hipaba. Me sentí culpable al momento en que sus lágrimas comenzaron a caer. Pequeña manipuladora.

Observé como todos salían de la habitación en silencio y como Alice era prácticamente arrastrada por Jasper hacia fuera. Me reí entre dientes feliz y relajado como hace mucho no estaba.

Renesmee hizo además de marcharse pero se lo impedí.

─Es hora de que hablemos ─les dije─. Y ahora quiero toda la verdad, Bella.

Ella desvió la vista intentando huir de mis ojos.

─Sabes que no puedes mentirme, te conozco.

Suspiró resignada y clavó sus ojos en los míos nublando mi cabeza por unos momentos.

─¿Por qué Renesmee me llamó papá?

─Porque lo eres ─aseguró Nessie con un bufido exasperado─.

─Edward, esto es algo largo de contar ─la cortó Bella siseando mientras observaba a
Nessie que parecía querer volverse invisible─. Tendrás que tener paciencia. Pero, Edward, si luego quieres marcharte, no lo hagas ─rogó─. Si lo haces no podremos
protegerte.

Asentí no muy seguro.

─También te pido que no te alteres y que me permitas decirte todo… Tal vez no haya otra oportunidad.

─No seas dramática, mamá.

─Silencio.

Nessie no volvió a abrir la boca.

─Lo prometo. Escucharé hasta que digas que has acabado y incluso después… si me lo permites.

Bella se quedó en silencio mirándome fijamente. En ese momento lucía tan joven, tan vulnerable…

─Te conocí en forks ─asentí, ambos sabíamos eso─,en enero del año 2005 ─contuve el aliento─. Sí, hace un siglo.

Ella esperó a ver mi reacción pero yo me limité a seguir escuchando. Me sonrió mientras agitaba la cabeza con incredulidad.

─La primera vez que te vi estabas en la cafetería del instituto con tus hermanos. Jasper, Alice, Rose y Emmett ─aclaró ante mi gesto de confusión─. Estabas mirando a ningún lugar en particular con gesto ausente y aburrido. Eras la única persona que no me miraba de forma estúpida por ser la nueva chica de la ciudad ─rió dulcemente─, así que podía estudiarte con calma sin preocuparme por toparme con ojos excesivamente curiosos. Entonces te giraste y me viste directamente a los ojos…

─Hay un problema con tu historia, Bella ─le interrumpí antes de marearme por el pánico─. Yo solo tengo 17 años. No pue-

─Si que se puede, Edward. Mírame y no te asustes, por favor.

Asentí con recelo.

─Aquí como me ves, con esta apariencia y esta voz, yo tengo 119 años ─abrí los ojos como platos mientras dejaba de respirar─, Nessie cumplirá 100 en un par de semanas
─añadió como quién no quiere la cosa mirándome fijamente y con una sonrisa burlesca en los labios pero, sus ojos se mantenían insondables─. Y Carlisle, nuestro padre y creador tiene 464 ─insistió picándome─.

No estaba seguro, pero me parecía que se estaba esforzando por asustarme a la vez que tenía un pánico casi palpable a que me alejase. Ese pensamiento renovó mi seguridad y me mostré lo más indiferente que fui capáz.

─Parece bastante más joven ─aseguré con una carcajada─.

Me sorprendió lo bien que se sentía estar escuchando esta verdad desde los labios de Bella, era casi como si quitaran los muros que había alzado para mantenerme a salvo de la realidad que extrañamente no me parecía tan aterradora ahora.

Ambas se rieron.

─Eso es cierto ─apoyó Nessie, Bella la miró seria y ella volvió a quedar en silencio─.

Le sonreí a Nessie y ella me devolvió la sonrisa débilmente.

─Eso no quita que tenga 17 años, Bella ─repetí regresando al tema─.

─Espera, Edward ─me regañó─. No seas curioso, al menos no aún. No lo entenderás si no te explico todo y en orden.

Asentí. Ella parecía feliz, realmente dichosa lo que me hacía feliz a mí también.

─En ese entonces parecías tan confundido e inquieto y ¿Todo por qué? ─se rió con dicha real─ ¡Porque no podías leer mi mente! ¡Porque no sabías lo que pensaba!

─Ahora tampoco puedo hacerlo ─refunfuñé aceptando, si darme cuenta, que esa historia era real─.

─No, nunca has podido y nunca podrás al menos que yo te lo permita ─dijo con una sonrisa traviesa─.

─Eso no es tan cierto ─le dije, ella frunció el ceño─, leo tu mente cada vez que veo tus ojos.

La mire fijamente leyendo cada una de sus emociones en su mirada dulce y cálida. La vi debatiéndose entre el dolor y la dicha sin llegar a decidirse por una en particular. Pero su sonrisa me dijo que la felicidad había ganado terreno en su corazón.

─Así ha sido siempre, también.

─Eres como un libro abierto… ─musité recordando una de las cosas que me dijo la niña de mis sueños─.

─Sí.

─Esto esta tardando, mamá ─se quejó Nessie─.

─Renesmee, si no quieres que le prohíba a tus tías el que te lleven con ellas a sus viajes de compras por Europa durante las próximas cinco décadas, cállate ─la
amenazó─.

Nessie abrió muchos los ojos y sus labios formaron una “o” por la impresión, pero no dijo ni una sola palabra.

─Yo no se como explicar lo que pasó luego ─prosiguió─. Solo sé que a pesar de que decidiste ignorarme para mantenerme alejada de ti, toda mi vida giraba en torno de la tuya. Todo en mi vida tenía que ver contigo ─su mirada se tornó dulce─. El primero de los días en que fui feliz a tu lado fue cuando salvaste mi vida, de hecho, cuando te marchaste, me aferraba a esa sensación, al sentimiento que me provocaba tu ira protectora, para mantenerme en una pieza…

─Bella… ─la llamé, parecía que lloraría de un momento a otro, pero algo me decía que no podía hacerlo─.

─En ese entonces te amaba tanto… ─sollozó─ qué con solo oír tu voz en mi mente me bastaba para encontrar consuelo. Pero ahora era diferente…

─Bella…

─Si, Edward ─dijo mirándome a los ojos─. Tú eres el Edward que yo he amado durante toda mi existencia ─su mano voló hacia el anillo que reposaba en su dedo─. Ahora has vuelto y si quieres marcharte lo entenderé pero antes, debo decirte una última cosa.
Apenas podía articular una palabra por lo que esperé mirando sus ojos de miel brillante.

─Jamás habrá otro que no seas tú para mí. Ahora que sé que volverás, prometo esperarte una y otra vez, para siempre… así que eres libre de irte cuando todo esto acabe. No importa lo que pasé, te protegeremos y te llevaremos a casa.
Apretó los dientes mientras desviaba su mirada hacia las cortinas azules de la habitación.

Nessie me siseó impaciente.

─Bella yo… ─respiré hondo─ no puedo.