martes, 12 de junio de 2012

viernes, 9 de marzo de 2012

Mozart: Piano Concerto No.23 in A major


Tema interpretado por Edward en clase de música

Concierto para Dos Violines y Chello in d



El tema que toca Bella en clase de música junto a Nessie y Hans. 

Alma Mía IX


Cáp. 9: Antiguo y Nuevo



Oí el gruñido que soltó Nessie a unos pasos de mí pero no tuve tiempo de sentir miedo de ella o miedo por mí. Ahora solo temía a la reacción de Bella. Vi claramente como el dolor deformaba sus facciones delicadas, como apretaba los labios con fuerza y cerraba los ojos ahogando un suspiro.

Se levantó de la cama poniendo el máximo de distancia entre los dos a la vez que me daba la espalda para esconderse de mí. Pasó sus níveos dedos por su cabello exasperada mientras le siseaba algo a Nessie que no supe interpretar. Esta última me miró con rencor mientras daba media vuelta y se dirigía a paso decidido a la puerta. No fui capaz de escuchar ninguno de sus pasos desde que cerró tras ella. 

Cuando regresé mis ojos a Bella su anterior descontrol había desaparecido. Me miraba con tierna e incomoda resignación sentada al otro lado de la habitación sobre un gigantesco sofá negro que le daba un toque algo siniestro a su piel resplandeciente. Vagamente me pregunté de donde venía el brillo aquel pero así como vino se fue junto con la leve luz del exterior que apenas se colaba por la ventana.

-Entiendo -dijo con voz indiferente-.

Mi corazón se removió ante el escalofrío que lo recorrió. Asombrado llevé mi mano sobre mi pecho para apaciguar la desagradable sensación pero el dolor no cesó.

-No. No lo entiendes -murmuré casi sin aire-.

-No puedes -dijo con el mismo tono mientras se cruzaba de piernas y se recostaba contra el sofá-. Tú mismo lo dijiste y yo no voy a obligarte. Solo... -dudó- No nos des más problemas de los necesarios. 
No tenemos tiempo para ser tus niñeros pero lo haremos porque te queremos.

-No necesito un niñero -repliqué sintiendo como la opresión en mi pecho aumentaba-.

-Tú no sabes lo que necesitas, después de todo, aún eres un niño.

Habló lentamente como si le costará un gran esfuerzo decir cada palabra o como si pretendiera que quedara grabada en mi cabeza.

¿Donde había quedado todo el cariño con el que me miraba hace solo unos momentos? ¿Qué había ocurrido con el amor que me había prometido?

Los ojos me ardían mientras luchaba contra el vacío que se había instaurado en mi pecho intentando devolverlo al lugar del que sea que haya venido. No lo quería. Sentía que me estaban desgarrando por dentro y temía que me dejarán así, sangrando, hasta que no me queden fuerzas para seguir.
Noté como Bella se ponía de pie sin mirarme y se dirigía a la puerta. El dolor aumento horriblemente ante el miedo a que se alejara. En ese momento supe que podría soportar muchas cosas, que podría perderme a mí mismo y a todo lo que poseía sin agachar la cabeza ni rendirme pero, si llegase a perderle a ella, si sus ojos de miel dejaban de mirarme con cariño, yo no podría sobrevivir.

Bella se detuvo con la mano alzada hacía la manilla al tiempo en el que lograba enderezarme para encararla y pedirle que no se fuera. Jadeó audiblemente y sollozó mientras llevaba los brazos alrededor de su cuerpo. Se giró sobre si misma y con ojos brillantez corrió hacia mí. Antes de lo que creí posible la tenía abrazada a mi con el rostro sobre mi pecho, cabellos oscuros esparcidos por mi torso cubriendo su rostro, dedos fríos afianzados a mi camiseta.

-Gracias -murmuró-.

Le sonreí intentando entender lo que había pasado y feliz de que el dolor se hubiese ido. Mientras estudiaba la posibilidad de quedarme en esa posición por siempre mis ojos se toparon con el anillo en su dedo anular. Era hermoso y sin dudas era un anillo de compromiso. Fruncí el ceño. ¿A caso ella iba a casarse? No dijo nada sobre eso anteriormente. Yo tampoco lo había preguntado.

-Lindo anillo -dije y soné más molesto de lo que pretendía, ella no respondió ni hizo gesto alguno de que me hubiese escuchado-. ¿Quién te lo ha dado?

Una imagen cruzó por mi cabeza fugazmente pero no fui capaz de entenderla ni de prestarle atención porque sentí como el cuerpo se Bella se alejaba de mí.

-Ahora no es importante -respondió repentinamente molesta-.

Se había arrodillado a mi lado lo suficientemente lejos como para mirarme con ojos oscuros. El suave tono ónice de su iris había desaparecido por completo. Me miraba seria y de forma macabra como si fuera a confesarme un asesinato.

Bebe sangre...

Las palabras en mi mente me recordaron qué era Bella y me pregunté si, en efecto, habría asesinado a alguien.

-Los vampiros somos diferentes a las otras criaturas de la noche -aseguró con tono apático-. A diferencia de los Licántropos tenemos razonamiento, a diferencia de los metamorfos tenemos control... Somos criaturas civilizadas y dignas aunque fuimos humanos alguna vez, transformados a través del dolor del cuerpo; pero, si lo deseamos, podemos ser deplorables asesinos sin sentimientos ni emoción alguna por nada más que no sea la caza.

Me quedé rígido ante su confesión. Me negaba a creerle. Nuevamente pretendía asustarme. No se lo permitiría.

-No sentimos ansias por nada más que la Sangre -prosiguió sin inmutarse-. Pero no cualquier sangre. Debe ser sangre dulce que despierte el ardor en nuestras venas, que oscurezca nuestros ojos y vuelva nuestros parpados amoratados.

Temblé cuando entendí que estaba describiendo su actual estado. Ella estaba explicándome sus propios deseos e instintos de cazador.

-Debe ser sangre caliente que al ser ingerida tiña de rosa nuestros pómulos y vuelva rojos nuestros ojos -esbozó una sonrisa enseñándome sus afilados colmillos tras sus hermosos labios-. Debe ser sangre humana.

Culminó mirándome fijamente estudiando mi reacción. Traté de mantener la calma pero mi cuerpo recordó el miedo aturdidor que sintió ante Nessie esa mañana. Antes de darme cuenta estaba retrocediendo en la cama con la respiración agitada y la sangre huyendo despavorida por mis venas. Mi pulso tronaba tras mis oídos creando una sensación de claustrofobia desconocida para mí. Jamás había temido por mi vida y era una sensación horrible que me revolvía el estomago por el vértigo.

Bella seguía mirándome sin expresión en su rostro de ángel. Entonces recordé lo que ella estaba haciendo.

Estaba intentando asustarme mantenerme a distancia por mi bien yendo, incluso, contra sus propios deseos. Y esa seguridad, la de que ella me quería y deseaba estar conmigo pero temía que fuera a ocurrirme algo malo por ella, me dio las fuerzas y la seguridad necesaria para calmar mi corazón y sonreírle suavemente. Alcé mi mano hacía ella pidiendo su compañía y dándole todo mi apoyo y mi comprensión. Creyendo en todo lo que ella había dicho.

Siempre le creí pero la lógica me impedía confesar incluso a mí mismo. Creer que yo era su Edward implicaba creer que había reencarnado, creer que había sido una criatura de la noche, como ella los había llamado, creer que habíamos estado juntos hace tanto y que la había perdido porque había muerto.

Me sorprendió el que esas palabras sonaban totalmente creíbles en mi cabeza, porque eran ciertas.
Su expresión se rompió cuando entendió lo que estaba haciendo. Abrió los ojos como platos observándome confundida como si me hubiese vuelto loco de un momento a otro.

-Ven -la llamé-.

Sollozó suavemente mientras alzaba su mano y entrelazaba sus dedos con los míos. Sentí a mi corazón agitarse de felicidad y la atraje hacia mi cuerpo para abrazarla.

-No te preocupes, amor -le dije mientras me llenaba de su aroma dulce y floral-. He vuelto y prometo estar aquí tanto como tú lo quieras.

-Te querré siempre, para siempre -aseguró tristemente-.

Su agarré se fortaleció mientras enterraba su cabeza en mi cuello. Una parte de mi mente me dijo que ese acto debería haberme asustado terriblemente pero preferí ignorarlo.

-¿Eso te entristece? -pregunté mientras le acariciaba la cabeza pasando una y otra vez mis dedos por sus suaves cabellos-.

-Siento no poder hacer a un lado mi egoísmo y permitirte llevar una vida normal -no había mentira en sus palabras-. Pero anhelo demasiado tu compañía. Me desespera la posibilidad de que estés lejos.

-Toma lo que quieras de mí -le pedí-, solo sé feliz...

-No puedo ser feliz si no es contigo. Lo he vivido dos veces ambas igual de dolorosamente convincentes. No puedo estar sin ti eso es seguro pero se que sería capaz de marcharme si me lo pidieras.

Se me atoró el aire en la garganta de solo considerar esa posibilidad.

-Nunca -aseguré tajante-.

-Cuento con eso.

Su voz sonó más alegre cuando me respondió y pude percibir su sonrisa junto a mi oído derecho. Respiraba profundamente de manera acompasada. Mantuve mis manos en su espalda atrayendo su pequeño cuerpo hacia mí intentando mantenerme en esa posición el mayor tiempo posible.

Supe que sería una hermosa eternidad la que me esperaba si ella permanecería entre mis brazos.

-¿Me dirás sobre el anillo? -insistí en parte porque quería saberlo y en parte porque necesitaba oír su voz dulce-.

Ella rió mientras se volteaba y apoyaba su cabeza contra mi hombro.

-Entiendo que no lo sepas pero este anillo – agitó sus dedos frente a mis ojos- era de tu madre, Elizabeth Masen -la miré sin entender-. Lo heredaste cuando ella murió y me lo regalaste cuando me pediste matrimonio.

Me tensé mientras un recuerdo de ella más pálida de lo normal me observaba sin disimular su terror.

-Tú no querías el regalo -musité-. Casi te negaste a recibir el diamante y, prácticamente, tuve que obligarte para que recibieras el anillo

-¿Como recuerdas eso? -preguntó entrecerrando los ojos-.

-Lo vi en un sueño -expliqué simplemente, la abrace con más fuerza-. Eres la niña de los ojos achocolatados.

-Lo fui, hace tiempo -aceptó-.

Quise reírme de lo extraño que resultaba todo esto. La había visto y amado toda mi vida. Siempre la había estado esperando. Patético.

-Entonces todo eso de verdad pasó -murmuré para mí mismo-.

-¿Qué?, exactamente -preguntó con desconfianza-.

-Dijiste -me trabé cuando pensé en lo tonto que sonaría lo que iba a decir-... dijiste que no necesitabas el cielo si yo no podía ir a él.

-Y lo sostengo -aseguró-. Si tú no tienes derecho yo tampoco y aunque lo tuviera no iría sin ti. Tú eres mi paraíso, Edward. No necesito nada más...

Suspiré permitiéndome nadar en el sin fin de emociones cálidas que sus palabras creaban en mi pecho.

Permanecí en silencio, llenándome con su presencia, de su olor... acostumbrándome a su piel fría y suave mientras acariciaba sus brazos desnudos hasta llegar a la pulsera de plata que había visto en mi sueño hace poco. Fruncí el ceño recordando la oleada de odio e irritación que había sentido al verla. 

Ella sonrió abiertamente.

-Mi corazón es igual de silencioso y también es tuyo -recité ausentemente-.

-Ya no es silencioso -me recordó con una risita -. Ahora es tu corazón el que canta para mí.

Esto trajo a mi mente nuevos miedos de diferente razón. Yo era humano y ella era una criatura hermosa y letal, eterna al parecer... ella viviría por siempre y yo moriría inevitablemente. Me removí inquieto intentando permanecer calmado y optimista. Después de todo, frente a mí se estaba abriendo toda una vida, una familia, un futuro... apoyo, compañía, hermandad, amor... no es que no lo tuviera en estos momentos… no es como que haya olvidado a Gracie o a Agustín o a mi madre, en absoluto. 

Es solo que siento como si mi lugar siempre hubiera estado aquí con ellos. Aunque tenía el presentimiento de que no importaba donde estuviera, ese lugar siempre sería mi hogar mientras Bella estuviera conmigo. La abrace más fuerte contra mí consciente de que no le haría daño.

Intentaba encontrar un modo de permanecer a su lado de forma indefinida pero cuando creía haber descubierto como hacerlo la respuesta se esfumaba. Era como si mi cerebro se negara a darme una respuesta que conoce desde siempre. Me esforcé en encontrar un modo de permanecer a su lado entre la bruma que provocaba su aroma en mi psique. Entonces algo vino a mí como un relámpago.

En su momento de descontrol, Bella me había revelado la información que ansiaba. Ella dijo: "aunque fuimos humanos alguna vez, transformados a través del dolor del cuerpo", así que había una forma en que yo sea igual a ella. Sonreí como idiota y agradecí que ella no pudiera verme.

-¿Por cuanto tiempo?

-¿Cómo? -parecía que le había cortado un hilo de pensamiento-.

-¿Cuanto tiempo tendré que esperar para estar contigo? -especifiqué- ¿Cuanto tiempo seguiré siendo humano?

-¿Quieres convertirte? -la esperanza en su voz se me hizo intensamente estimulante-.

-Quiero estar contigo y eso, la conversión, viene en el paquete -reí-. No puedo permanecer como humano mucho tiempo, finalmente moriré y estarás sola de nuevo. ¿Cuantas veces crees que mi alma pueda soportar ser alejada de ti?

Me estremecí de solo imaginarlo. No soportaría estar lejos de ella ahora que finalmente la tenía conmigo.

-Es una idea irracional, Edward -me regañó-.

-Me he vuelto irracional porque te amo -aseguré-. Soy solo un hombre enamorado prisionero de este amor que no se rinde. La mayor prueba de ello es que estoy aquí, Bella. Que no me iré. ¿Qué más quieres de mí?

-Yo lo quiero todo pero no estoy segura de si es lo correcto quererte de este modo. No se si este amor desesperado es lo que necesitas en esta vida. Tengo miedo de que no baste lo que yo pueda darte a cambio o que luego te canses y te marches. No hay nada en mí capaz de retenerte...

Sus palabras estaban bañadas en sinceridad. Ella estaba siendo totalmente honesta conmigo en ese momento.

La abracé mientras tarareaba una tonada que había estado dando vueltas en mi cabeza durante todo el día. La sentía incompleta, como si aún le faltará algo, pero no llegaba a descubrir que era lo que necesitaba.

Inconscientemente comencé a trazar suaves caricias con la punta de mis dedos en su níveo cuello.

-¿Y Nessie? -pregunté suavemente-. ¿Qué tanto de lo que dice es verdad?

-Gran parte -admitió haciendo una mueca de disgusto con los labios-.

-¿Es nuestra hija? -las palabras me sonaron extrañas, como si no tuvieran sentido o estuvieran desordenadas-.

-Lo es. Tiene el color broncíneo de tu cabello y el antiguo color de mis ojos, los ojos de mi padre...

"Los ojos de Charlie" me dije mentalmente. Los ojos marrones de mi Bella, su expresión desconcertada y llena de silenciosas preguntas. Los ojos que amé tanto... que tuve que disputar contra... contra... contra Black. ¡Ese maldito perro!

-¿Por qué un perro? -gruñí-.

-¿Ah?

-¡De todas las personas en este mundo tenía que ser ese perro su compañero! -refunfuñé-.

Ese perro que había querido arrebatarme a mi Bella. Que le había obsequiado esa pulsera, ¡Que por poco logra que mi Nessie no existiera!

Bella rompió a reír escandalosamente coreada por otras muchas carcajadas amortiguadas por las paredes. Sus hermanos nos estaban espiando. Al parecer, una de las tantas características de los vampiros es que no tienen vergüenza ni reconocen el espacio personal de cada uno.

Sonreí en gesto irónico mientras intentaba evitar reírme también.

De pronto, Bella saltó de la cama y comenzó a jalarme para que la siguiera. Me levante sin ganas y camine arrastrando los pies tras ella hacia la sala del piano.

Intenté no perderme en las sensaciones que me provocaba el tener la mano fría de Bella apretada firmemente por mi mano con los dedos entrelazados. Era tan... correcto. Esa era la manera en la que debía pasar el resto de mi vida.

Como iba pensando en las musarañas no noté cuando Alice me saltó encima y me abrazó por el cuello mientras soltaba una cantarina carcajada de puro júbilo. Le sonreí apreciando su gesto de cariño sinceramente pero sin soltar en ningún momento la mano gélida de Bella.

Vi a Jasper acercarse lentamente a mí tomar a Alice desde la cintura y ponerla de vuelta en el suelo. Sonreí abiertamente en respuesta a la expresión de Esme. Ella tenía una gran sonrisa en su rostro hermoso.

-Bienvenido -dijo Jasper frente a mí con la voz ligeramente ronca-

-Gracias -musité mientras lo abrazaba-.

Bella había soltado mi mano y dado un paso al lado en cuanto Alice había estado fuera de mis brazos. Ambas sonreían cálidamente pero sus ojos mostraban preocupación. Fruncí en ceño confuso.
Rose caminó hasta situarse frente a mí y me abrazó firmemente mientras repetía una y otra vez "Lo siento, Edward. No sabes cuanto". Parpadee intentando recordar algún motivo por el cual Rose estuviera pidiéndome disculpas pero la hecatombe en mi cerebro aún no se disipaba como para hilar algún recuerdo con esa acción.

Ella me sonrió sinceramente.

-¡Ed, hombre! -gritó Emmett al tiempo que atravesaba la sala y me rodeaba con sus enormes brazos alzándome algunos centímetros del suelo.

-Nunca me habías permitido hacer esto -rió-. ¡Es una ventaja el que seas humano! ¡Comienzo a encontrarle el gusto!

Su rostro poseía una expresión tan infantil que tuve que contenerme para no soltar una carcajada. Fruncí el ceño mirándolo seriamente mientras intentaba sonreírle en respuesta. Miré a Carlisle suplicándole que me ayudase pero él solo se alzó de hombros. Casi pude oír un "Emmett es Emmett" tras su mueca. Se carcajeo suavemente cuando Emmett volvió a dejarme en el suelo.

El resto de la tarde la pasamos conversando de mi vida junto a ellos. Me sorprendió lo mucho que sabía de mí mismo y lo mucho que desconocía. Cada uno de ellos tenía una opinión y una propia imagen de mí pero todos coincidían en que había cambiado considerablemente poco. Emmett seguía creyendo que era un gruñón, lo que es cierto. Alice aseguraba que tenía los mismos gustos y modales arcaicos que en esa época, lo que es probable. Jasper no tuvo ningún reparo en decir que mis emociones, reacciones y sentimientos por Bella eran idénticos a los de hace 60 años. En cambio, Rose creía que me había vuelto mucho más vulnerable a los encantos de su hermana asegurando que antaño tardaba un poco en hacer todo lo que ella quería en cambio, ahora, aceptaba a ojos cerrados y la seguía a donde ella quisiera. Me ruborice como nunca lo había hecho en toda mi vida ante la carcajada general que rompió el silencio tras la observación de la rubia hermana de Bella.

Pasadas las seis un estruendo me sobresaltó. Haciendo más ruido del necesario, Jacob, Renesmee y otros cinco hombres, entre los que se encontraba Seth, irrumpieron en la sala con una sonrisa plasmada en sus rostros nativos levemente rojizos. Nos pusimos de pie para saludar pero un pequeño cuerpo arremetió contra mí evitando caer por pura suerte. Era Nessie. Sollozaba y reía creando un sonido algo discorde que provocó una oleada de preocupación por su salud mental en el fondo de mi conciencia. La abrace firmemente temiendo que se fuera a desplomar ante el inesperado arranque emocional.

Mire a Jacob buscando apoyo para controlar a su mujer pero él solo reía de lo lindo abrazado a Emmett que sonreía de tal manera que parecía un niño súper desarrollado.

Nessie me arrastró de vuelta al sillón con una fuerza innecesaria y se sentó a mi lado con los ojos brillantez de curiosidad apenas controlada. Daba la sensación de que brincaría de un momento a otro. Le sonreí.

-Dilo -le pedí para poder escapar luego-.

-¡Sí! -chilló Alice-

Ella y Bella se pusieron de pie con expresión emocionada y algo aterradora. Me lo esperaba de Alice pero no de mi Bella. Ella no es de las que rebozan emoción. Corrieron a una velocidad envidiable por el pasillo hacia la puerta principal.

-¿De qué se trata? -preguntó comenzando a enfuruñarme-.

-Conocerás a unas personas importantes, Edward -me explicó Esme suavemente-.

Asentí con la cabeza y espere a que volvieran las chicas.

Después de unos momentos cruzaron la puerta Alice con una joven levemente bronceada, esbelta y con expresión emocionada. No parecía ser un vampiro pero era notable que no fuera humana. Su rostro era simplemente hermoso, tenía los ojos del mismo color dorado de Bella y el cabello de un marrón profundo levemente rojizo. Era alta en comparación a Alice, de seguro poseía la misma estatura de Rose.

Se detuvo abruptamente cuando su mirada se topó con la mía.

Buscó a Nessie con sus ojos y no dijo nada. Dio un paso al lado al momento en que un hombre gigantesco, tanto como Jacob, cruzaba la puerta abrazado a Bella. Fruncí el ceño y apreté los dientes. ¿Y ahora quién es este?

El hombre parecía tener unos 20 años a lo más, tenía la tez pálida y los ojos negros. El cabello corto era rizado y oscuro. Vestía vaqueros desgastados y zapatos negros además de una camiseta. "Al menos usa más ropa que Jacob", pensé sin dejar de mirarlos.

Desde que entraron no pude evitar notar la mano gigantesca y nívea posicionada sobre los hombros de mi Bella. Mi estomago se apretaba creando una sensación infinitamente desagradable. "Estúpidos celos", refunfuñe mentalmente.

Bella sonreía abiertamente al hombre a su lado y él la miraba con cariño y algo de desconfianza. Sin embargo, el amago de una sonrisa curvaba sus labios ligeramente. El cariño entre ellos saltaba fuera de la imagen ante mis ojos y me hizo sentir desdichado. Sentí una mano sobre mi hombro y noté como toda la ansiedad y el dolor se desvanecía. Miré a mi lado y encontré a Jasper sonriéndome burlón.

Alcé una ceja y el señaló con la cabeza hacía donde estaba Bella y su amigo.

Suspiré y volví a fijar mi atención en ellos. Nessie se les había unido y charlaban en susurros animados. De pronto Carlisle llamó la atención de todos, caminó hacia el grupo reunido frente a mí y tomó a ambos jóvenes del brazo mirándome a los ojos.

-Ellos -me dijo- son Isaac y Annie.

Asentí pacientemente.

-Tus nietos -concluyó-.

Todos guardaron silencio.

Me sentí como un tonto al darme cuenta de que me había quedado petrificado. Mis ojos se paseaban de rostro en rostro intentando algún rastro de burla o cualquier gesto que me dijera que todo era una singular broma.

Pero no había nada. Todos ellos estaban ahí mirándome expectantes sin respirar si quiera, esperando a que yo saliera de mi asombro.

Avergonzado di un paso hacia ellos pero no llegue a dar el segundo. Annie había avanzado hacia mí y me estrechaba en un cálido abrazo lo que me sorprendió. Esperaba que su toque fuera frío pero resultó ser clasificable como normal. Más semejante al de un humano que al de un vampiro o a una criatura para ser preciso.

Me creía totalmente capaz de desmayarme por lo que no resolgué cuando Isaac me abrazó como si fuera un niño. Aunque, a su lado, debía de parecerlo. Nessie y Bella me miraban expectantes mientras Emmett refunfuñaba contra mi lentitud y era fulminado con la mirada por Rosalie.

-Son... algo mayores -dije finalmente-.

-Eso mismo dije yo -rió Bella-.

-¿No los conociste de niños?

-Los conocí cuando llegamos a Forks -aclaró-. Aquí, mi pequeña hija, se olvido de contármelo.

-No, mamá -la corrigió Nessie-. No te lo dije porque, aunque lo hubiera hecho, no te habrías enterado.

El dolor que cruzó por los ojos de Bella eliminó la sonrisa de todos los demás. Al parecer había algo que no me habían contado.

-¡Es hora! -chilló Alice repentinamente feliz-.

-¿De qué? -preguntó Emmett desconcertado-.

-De reunirnos con los demás en el bosque -le dijo la duendecillo con gesto cansado-. Y obviamente...

-Edward no va -la cortó Bella con gesto serio-.

Su tono no daba lugar a réplicas, Alice alzó una ceja.

-Pero si ya sabe la verdad, ¿Para qué vamos a dejarlo fuera de las reuniones?

-Es peligroso, Alice.

Ella bufó.

-No lo es y lo sabes. No sé por qué tienes tanto miedo -la sonrisa que acompañó su última frase me dijo que aquí había algo más. Y sospechaba que era algo que Bella no quería que viera o alguien que no quería que me viera.

-Por favor -susurró rendida-.

-¿Qué de malo podía pasar?

-Tú sabrás -le siseó-.

Parecía realmente preocupada y molesta. Su humor alegre de hace unos momentos se había esfumado. Tenía el ceño fruncido y los labios apretados, empuñaba sus manos con fuerza y se mantenía rígida observando con ojos asesinos a Alice pero ella parecía no notarlo porque sonreía abiertamente, como si toda la ira de su hermana fuera totalmente innecesaria o, incluso, graciosa. Emmett comenzó a reír mientras le decía a Bella que sabía cual era la solución al problema y que ellos felizmente la ayudarían.

Bella soltó un "hmp" y giró la cabeza para el lado contrario mientras una expresión de amarga resignación se apoderaba de su semblante. Quise avanzar hasta ella y consolarla pero Alice me estaba arrastrando fuera de la casa.

-No te preocupes -me susurró-. Viene tras nosotros.

Asentí con la cabeza mientras entraba en el vehículo de Emmett sin decir una sola palabra.

Recorrimos en un tiempo inverosímil el camino por lo que parecía ser una larga carretera flanqueada por inmensos árboles cubiertos de musgo. Todos se estacionaron junto a la calle y se reunieron junto al auto de Jasper. Emmett y yo nos le unimos rápidamente.

-Emmett lo llevará -estaba diciendo Carlisle a lo que los demás asintieron-. Bella, ve con ellos.
Bella asintió con gesto inexpresivo y algo desorientado. Rose soltó una risita pero esta vez Bella no dio señales de haberla oído.

-Hey, Bella -la llamó Rose-. No es necesario que sigas poniendo esa cara.

Bella la fulminó con la mirada y yo sonreí levemente.

-Lo sé -le aseguró-. Pero es difícil cambiar las costumbres. ¿A qué sí, hermana?

Rose la miró seriamente. Toda la calidez se había ido.

"Los vampiros son bipolares o sufren de cambios de animo repentinos" me dije. Debía recordar eso también.

De pronto todos avanzaron hacia la entrada del bosque frente a nosotros y se perdieron velozmente. Bella masculló algunas cosas hasta ponerse junto a nosotros y Emmett me rodeó con sus brazos y elevó varios centímetros del suelo. Hecho a correr como un bólido.

Sentí el viento contra mi espalda y nuca golpeándome con fuerza mientras veía como los árboles se desdibujaban a nuestro alrededor. Lo único distinguible era el cuerpo de Bella que corría a la misma velocidad que Emmett unos pasos más atrás. Decidí que ese iba a ser uno de los detalles que más iba a gustarme cuando me haya convertido en vampiro.

Bella seguía con esa expresión vacía que se había dibujado en ella pero sus ojos estaban atentos. Parecía buscar algo en la oscuridad del bosque. Entendí que ella estaba protegiéndonos. Los Cullen estaban en peligro por eso habían salido de Forks y por eso, también, me habían traído con ellos. De igual modo entendí que Bella no se separaría de mí y eso, inevitablemente, me agradó. Pero también acrecentó mi deseo de convertirme lo antes posible para poder ser yo el que la protegiera no al revés. Era así como debía de ser.

Me reí internamente de mis antiguos miedos y de mis celos sin razón. Ahora parecía ridículo el que me sintiera de esa manera.

Emmett se detuvo súbitamente y me dejó en el suelo suavemente. Apenas sus brazos dejaron de rodearme la mano de Bella se ciñó a la mía y me observó fijamente.

─ Te amo ─ murmuró haciéndome sonreír ─.

─ Como yo a ti.

Suspiró y me jaló tras Emmett por entre los húmedos árboles de cicuta y la infinidad de raíces que cubrían el suelo. Atravesamos un grupo de grandes helechos y entramos a un enorme campo abierto.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Kaichou wa Maid-sama [Mp4] [Sub Español] [MU]




Nombre Japonés: 会長はメイド様!
Género: Shōjo, Comedia, Romance, School
LifeProducción: J.C.Staff
Año: 2010
Dirección: Hiroaki Sakurai
Subtitulos: Español
Calidad: 704×396
Tamaño: 62 ~ 65mb
Duración: 00:24:30

sábado, 8 de octubre de 2011

Hiyoko Doramas y mas...: Hi! My SweetHeart 14/14


Hiyoko Doramas y mas...:


Hi! My SweetHeart 14/14
:
Título: Hi! My SweetHeart (Hai Pai Tian Xin)
Género: Comedia romántica
Idioma: Chino
Subtitulos: Español
Fansub: Stray Cat
Canal: CTS...

Hiyoko Doramas y mas...: Nobuta wo Produce 10/10


Hiyoko Doramas y mas...:

Nobuta wo Produce 10/10
:
Nombre: Nobuta wo Produce
Año: 2007
Idioma: Japones
Genero: Drama escolar, comedia
N. Episodios: 10
Duración: 45 min
Tamaño: 400 mb Aprox...